miércoles, julio 29, 2009

Recientemente he tenido un reencuentro con la literatura. Leer a alguien conocido es un asunto peculiar. Quizás en otras latitudes no se entienda con claridad el dilema. Pero la latinoamericanidad hace que el debate intelectual, artístico y literario sea realmente complicado. Quizás de allí provenga buena parte de la calidad de nuestros genios apasionados.

Uno de estos genios apasionados - por qué ser modesto cuando no es uno mismo - es amigo mío. De adolescente mantenía como ética el rodearme de gente talentosa, brillante y hermosa para compensar. Y es una ética que ha rendido sus frutos. Este breve post es una parodia de las revistas literarias donde se hace un incomprensible análisis respecto a la calidad de una pieza literaria. Sería grosero decir que la crítica no aporta nada a la literatura y que es más bien como un organismo que parasita el talento de quienes empeñan su buen sueño, su tranquilidad y su intelecto, que con mucho menos esfuerzo, podría devengarles mucho más dinero en un arte mucho menos digna. Sería grosero, sin duda, y por eso no lo hago.

Y al final, tampoco tiene ninguna importancia. De quien hablo es Carlos Villarino. Hace varios años hice un post, contento porque Carlos había ganado el Monteavila. Ahora escribo otro post contento porque Carlos ha publicado su segundo libro: El Otro Infierno. Luego de haberme abandonado por meses a la lectura de biografías, literatura académica y profesional, agradezco que haya aparecido Carlos con su libro. Hay literatura que te aleja del mundo, que te atomiza en otros mundos. Y hay literatura que hace palpable al mundo mismo. En una vitrina donde rezumba la sabiduría oriental, el valor de la confianza en el yo y otro método más para mantenerse en el peso apropiado, El Otro Infierno es una pieza de literatura que hace que el mundo sepa a algo, que huela, que se materialice frente a nuestros ojos. Quizás no es el mundo que queremos, pero tras lo siniestro y oscuro de los relatos se experimenta el goce de la contundencia de una manera de escribir que parecía olvidada por estas latitudes.

Y bueno, sin irse a París, entre la Baralt y la UCV, ha salido un excelente libro de cuentos. Narrativa breve, mi favorita, de la que no tienes que tener buena memoria para entender y desentrañar. Así que si se lo tropiezan, compren El Otro Infierno y para quienes la vida sea mucho menos accidentada y azarosa, ¡búsquenlo!


P.D: Sé que está disponible en El Buscón del Trasnocho y en Librería Estudios, detrás del CSI.

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