lunes, abril 27, 2009

La política puede entenderse como una manera de seducir y ser seducido. Consultando el Diccionario de la RAE he podido notar que las acepciones de uno de los verbos más inquietantes de nuestro mundo occidental contienen, el trío, a su manera y cada una, algo de vil, engañoso y lujurioso.


La seducción no es una metáfora poco usada para entender el mundo político, sino que más bien, el hecho de que sea un lugar común nos hace preguntarnos: ¿Toda política es seducción?


Y respondo rotundamente: No


Al menos no todas las posibles. El asunto de la política donde la seducción es importante, es en la política electoral. En el juego de poder donde la permanencia en un puesto está por encima de la ciudadanía, el derecho de las minorías y las mayorías a coexistir sin quererse mutuamente.


La posibilidad de vivir juntos sin amarnos, es el derecho que nace de las legiones de pensamiento no autoritarias, ya no tan vigentes y efectivas en nuestro mundo de hoy. Pero quizás mañana la humanidad sea borrada de un plumazo por una peste, por un Dios cansado de darnos más oportunidades.


Hace poco una buena amiga me preguntaba como manejar la incertidumbre. Yo no sé si sea manejable – nótese por favor la gracia de no saber algo respecto a este tema tan incierto – pero puedo asumir que la incertidumbre absoluta puede poner en ridículo la duda cotidiana, así como la Fe derrumba por tonta cualquier confianza sobre lo humano, como si fuera plasmable en H.


Se acerca una gripe granjera, hace varios años fue una aviar, ahora viene la porcina. En una década la granja entera de Orwell estará anarquizando el mundo, entre los estornudos de los cochinitos vengándose del lobo feroz - para que siga soplando y se ponga serio - , la tos de los pollos y las enloquecidas vacas, danzando alrededor de una fogata shamánica.


Eso, o simplemente será todo igual o más bien distinto, como después de la peste negra, la peste bubónica, la gripe española, la viruela, el SIDA y el ébola.


Nunca hubiera esperado conseguir esperanza tan nítida en el tedio y el cinismo. Pero así estamos.

jueves, abril 16, 2009

Reportaje especial:

(Caracas, 16 Abr CEPIPOP) El Metro de Caracas ejecuta un nuevo programa de Responsabilidad Social Empresarial fundamentado en estudios realizados recientemente por un equipo multi y transdisciplinario del Ministerio del Poder Popular para la Salud.
La actividad involucrada en el recorrido de 70 escalones en ascenso, diariamente, reduce significativamente los males asociados al sobrepeso y trastornos cardiovasculares, los cuales están en la cima de la lista de los mayores asesinos del mundo, por encima del SIDA y del cáncer, según cifras recientemente publicadas por la Organización Mundial de la Salud. De esta manera, responsablemente, el Metro de Caracas provee de una actividad saludable a cientos de miles de trabajadores para que puedan acudir a sus labores con una mejor oxigenación cerebral, una temperatura corporal notablemente más cálida y en general, colocar un pequeño grano de arena para mejorar ostensiblemente la calidad de vida de los caraqueños.
Respecto a anteriores publicaciones en las cuales se hacía mención a un programa de mantenimiento mayor del sistema de escaleras mecánicas, debe considerarse como un proyecto descartado. “Hemos revisado, rectificado y reimpulsado nuestro sistema de desplazamiento vertical. Fue un error pensar en el plan de mantenimiento mayor para este sistema como lo habíamos pensado antes. Ahora ubicaremos fuentes de hidratación en los andenes y un sistema de oxigenación aguda en los techos aledaños a las escaleras”, afirmó el Director de Proyectos e Ingeniería.

Este reportaje se atribuye a una agencia de noticias inexistente con el nombre de una reconocida marca de golosinas heladas. El Director de Proyectos e Ingeniería que declara en este reportaje no es el del Metro, pero igual tiene razón.

lunes, abril 13, 2009



Todo 11 tiene su 13, dice un lema no tan reciente de la revolución bolivariana. Yo diría que todo vacío de poder tiene su golpe. En estos días de profunda disonancia, de angustiosa contemplación de monólogos resonantes, queda en duda cuál es la función y el propósito del canto de la moneda.

Queda muy claro, por lo general, cuál es la función de la cara y del sello, que en medio de los azares de la historia se ubica en reposar oculto o en mostrarse. El rol complejo y poco relevante de la política electoral en nuestras vidas se manifiesta como el giro de una moneda, mientras que queda en duda si el canto es la representación de la distancia mínima entre dos lados opuestos o el enlace entre aspectos que se dan existencia mutuamente.

Disculpen la pesadez, pero así se ponen algunas personas ante tanta polarización. De nuevo se reviven los asesinatos, se repiten los vídeos de las ejecuciones realizadas durante las manifestaciones del 11. Las vejaciones del brevísimo gobierno de Carmona. La absoluta locura que se apoderó de un país por unas horas, de unos por despecho y de otros por euforia.

El sentimiento de revancha sigue allí presente. La sensación de que cualquiera de las dos caras de la moneda está dispuesta a todo para dejar de reposar oculta sobre la mesa para relucir y colocar a su hermana en las sombras. El canto; sin embargo, siempre está en la misma situación, puede cambiar su orientación ligeramente al darse las acciones de opuestos rivales; pero poco representa en el giro de la moneda.

Quedan dudas, frente a la condena de un par de policías, de cuáles son las responsabilidades en juego, quiénes los responsables y cuál es la magnitud del daño hecho en aquellos días. Dentro de la sana convivencia queda muy claro que la cacería de brujas realizada el 12 de abril no ayuda en nada como recuerdo a contar en las filas de la oposición a demasiados ex oficialistas. De la misma forma, los eventos ocurridos en la embajada de Cuba - más allá de lo simpática o antipática que pueda resultar la injerencia del país antillano en nuestros asuntos – representan un testimonio de la falta de civismo de quienes reclamaron para sí, en su momento, la exclusividad de la educación y de la moral.

Pero claro, nunca puede quedar por fuera el uso constante – aparentemente legítimo – de la denominación de golpe de estado de los eventos que dieron lugar al finalmente nombrado Carmonazo. La acusación constante hacia los medios como responsables directos, únicamente a través de los medios da un poco de escozor. Las acciones legales en contra de todos los conspiradores, fascistas y golpistas asustan y no precisamente por su precisión. Quienes ayer acusaron y hoy acusan a diestra y siniestra han sido profetas de magnicidios que nunca ocurrieron, de masacres nunca ejecutadas, de bombardeos que parecen más asociados con Pegaso que con B-2 Stealth, de acciones bélicas más cercanas a Aragorn que a Collin Powell.

A veces, quisiera poder consultar la literatura de Tolkien acerca de la Tierra Media para entender la dinámica de fantasía de nuestro conflicto. Porque parece que en lugar de diálogo político se realiza un duelo mágico entre hechiceros que fabrican la existencia con mantras poderosos. Se transforman ciudadanos comunes en fascistas asesinos con una mera acusación, luego los otros transforman en simios irracionales a sus rivales. Así, entre hechizos de transmutación y duelos de conjuración, los hacedores de sueños y pesadillas nos hacen pensar que sus palabras son importantes para nosotros. Casi de la misma forma que nos deberían parecer bonitas las actrices de telenovela – es un asunto que raya en la obligatoriedad, a pesar del botox, el raquitismo y el exceso de polímeros en el cuerpo – y para las féminas en los actores, quienes no cuentan con menos de los parapetos anteriores, aunque podría sustituirse el raquitismo por los anabolizantes.

En medio del show/duelo de espectáculos de ilusiones y fantasías, algunas cajas mágicas han dejado a los dulces voluntarios picados por la mitad. Ahora - aún - la moneda parece haber sido lanzada al aire nuevamente.

¿Cara o sello?


La imagen usada es de un autor al cual no hemos podido identificar ni ubicar. En caso de aparecer puede desaparecer la imagen, o aparecer su nombre.

lunes, abril 06, 2009

Pensar y repensar las críticas que fluyen en el día a día agota. Es un ejercicio que lejos de tonificar desgasta. Es el caso de pensar, por ejemplo, si es cierto que solo critican la superficialidad de nuestras sociedades occidentales aquellos que están más cerca de la fealdad que de la belleza. O si, aquellas mujeres que critican las numerosas cirugías, realizadas de manera industrializada, son mujeres o bien benditas por la genética por una explosiva voluptuosidad – de la que se avergüenzan – o mujeres que no fueron benditas con nada sino su aguda percepción e inteligencia.

Da lo mismo pensar, por ejemplo, del comentario del varón, que señala que la habilidad en las artes del amor supera por mucho la importancia de la virilidad métrica. O por ejemplo, el caso de la autocrítica de la abundancia, de la literatura prolija acerca de las desgracias implicadas en la posesión de riquezas materiales incalculables, de aquellos, que con esa misma literatura aumentan su flujo de caja a un punto difícil de manejar con principios y libre de sustancias ilegales en el torrente sanguíneo – aunque nunca deja de ser preciado el uso de sustancias legales y autorizadas.

Y al final del día, las preocupaciones y las críticas realizadas en contra del estado de las cosas desde la tradición, en contra de la desnudez, la pornografía, la creciente violencia en los medios, los escotes pronunciados, las curiosidades degeneradas de los niños, las faldas de reducida longitud – y decoro -, los "chorcitos" escasos de tela – y de decencia - , la promiscuidad y el adulterio, en fin, la cercanía del fin de los tiempos nos hacen sentir como una generación degenerada.

Nos preocupamos por los usos poco provechosos del tiempo libre de nuestros jóvenes, nos dolemos por la irresponsabilidad de los nuevos padres, por la sempiterna ausencia materna de la mujer liberada y por los cada vez más frecuentes desastres naturales. Familias atomizadas por doquier, donde los divorcios son más comunes que los besos, los crímenes pasionales más frecuentes que las reconciliaciones. Esto sin dejar a un lado el terrible fenómeno de la violación legitimada en el deber matrimonial. Nuestras tradiciones han sido pervertidas por los oscuros deseos de libertad, la preocupante individualidad y la escasa organicidad de nuestras comunidades.

La falta de participación, de preocupación, de respeto e incluso, de simple interés en los demás, pareciera estar solidificando la idea del Apocalipsis. Escuchamos los cascos de sus jinetes por doquier, la tierra vibra, los cielos retumban y el llanto de millones de niños hambrientos y adoloridos nos atormentan para recordarnos que estamos muy equivocados con la forma en cómo estamos manejando las cosas.

Hace menos de 20 años el muro de Berlín lucía firme, la historia aún parecía regirse por dos versiones de mundo comprensibles. Por alguna razón, el materialismo individualista estaba más cerca de la espiritualidad que el colectivismo tiránico.

Hoy día, los disensos son más abundantes, aunque quizás sea porque ahora nos parecemos mucho más. Los fanatismos, las incomprensiones e intolerancias son la agenda presente, sin dejar de ser una profunda paradoja.

Por estas latitudes nos preocupa el enrojecimiento de la política continental, con una presencia cada vez más sólida de la izquierda en América Latina, con un presidente demócrata y negro en el líder ideológico y cultural de las Américas – aunque ahora la disputa es abierta, Britney sigue siendo más influyente que Lina Ron.

En general, la falta de credibilidad de las críticas a nuestro mundo, a nuestro país y a nuestra localidad se fundamenta en la sospecha de un interés individual enmascarado en el supuesto interés en un bien colectivo. Lejos de pensar que alguien quiera ayudar, sabemos, que quiere imponer su punto de vista sobre el nuestro. Y por supuesto, lejos de tomar en cuenta la buena voluntad nos rebelamos y hacemos absolutamente todo lo contrario. O al menos eso diría un conservador. Porque para lo que algunos es falta de principios, para otros es falta de compromiso con la esperanza.

Desde la tradición, nuestro querido conservadurismo tirita de terror, mientras los apasionados amantes del futuro bonito vibran de esperanza. Pero a nuestra generación degenerada no le interesa. Está por verse si alguno de estos tres grupos puede dar el giro definitivo de nuestra historia hacia un nuevo final. Y a un nuevo comienzo.