martes, marzo 10, 2009

Regresando de Margarita, la mente debería despejarse, el discurso alivianarse y las pasiones ser mucho menos odiosas, mucho más tropicales.

Pero son suficientes dos días en Caracas para volver a la normalidad absoluta.

He meditado respecto a qué tema podría ser interesante comentar y no se me ocurre otro que unas búsquedas que hice un Google para enseñarle a una colega qué es un operador booleano. Luego de pensar en un par de palabras de uso común, me doy cuenta del siguiente numerazo:

Venezuela AND Chavez: 10.700.000

¿Sorprendente?, o un poco más vulgar, ¿Cagante?

Venezuela, por sí sola, refleja mucho más que eso: 240.000.000, que es 55 millones más que porno, que es algo así como 185.000.000 de entradas.

La cosa va así:

Palabras clave

Resultado Global (entradas)

Duración (seg.)

Venezuela AND Chavez

10.700.000

0.16

Venezuela AND turismo

10.400.000

0.43

Venezuela AND sexo

5.880.000

0.06

Venezuela AND dinero

5.320.000

0.23

Venezuela AND petroleo

4.850.000

0.16

Venezuela AND violencia

2.730.000

0.18

Venezuela AND chocolate

2.020.000

0.46

Total

41.900.000

1,68


De estos datos podemos sacar, al menos, 4 conclusiones:

  1. Venezuela es mucho más atractiva que la pornografía, al menos para escribir acerca de ella y publicar cosas en internet acerca de ella.
  2. Para convertir a Venezuela en una verdadera potencia turística deberíamos hacer eventos especiales para turistas extranjeros basados en Chávez, sexo y dinero. Quizás un espectáculo al estilo Las Vegas con Chávez echando cuentos, con espacios de baile donde dirige un grupo de bailarinas semidesnudas y billetes de 100 fuertes volando por todos lados.
  3. Ver en los últimos dos lugares, de manera tan sorprendente a la violencia y el chocolate nos da una idea clara de qué hacer para acabar con la violencia: Intercambio de armas de fuego por armas de chocolate.
  4. Una investigación realizada en menos de dos segundos no guarda ni un resquicio de seriedad, ni siquiera de responsabilidad.

Pero bueno, basta de aclaratorias. En definitiva, el momento llama, el tiempo que vivimos reclama una respuesta.

¿Qué hacemos ante las nacionalizaciones?
¿Qué hacemos con el acaparamiento?
¿Qué hacemos ante la especulación?
¿Qué hacemos ante la arbitrariedad estatal?

Quizás algunos estén de acuerdo conmigo. Pero estar indefenso ante el Estado, el Sector Privado y los particulares resulta como demasiado fuerte. Sin embargo, considero que es el momento de construir una economía del odio.

Hay que ahorrarlo, reducirlo al mínimo, así como si el odio fuera un gasto horrible en dólares a precio del mercado paralelo (porque ahora no es negro sino paralelo, ¡cómo me encantan los eufemismos!)

Por eso, creo que es mejor que los comedores de arepa se pongan de acuerdo y boicoteen las areperas que consideren abusivas con los precios y manden al gobierno a hacer cosas más provechosas. Conozco algunas ciudades donde hay viejitas que pasan horas vendiendo dulces, gente que anda por la calle pidiendo real y hay niños en harapos que se nota que tienen como 17 años, pero tienen el tamaño de uno de 11.

Es mejor ahorrar odio y no perder tanto tiempo intentando ganar una discusión. Las discusiones no se ganan, se construyen.