miércoles, octubre 28, 2009

Más de un mes en el Reino Unido y habiendo conocido la capital del Viejo Imperio, la experiencia británica se hace mucho más nítida. Pero la perspectiva de vivir en un lugar como estudiante es siempre favorable, al menos para aquel que gusta de la academia, estar rodeado de una elite de gente brillante – la mayoría de ellos muy jóvenes – y discutir acerca de los asuntos más importantes del mundo de una manera segura e insignificante.

Me reprocharan que la academia produce conocimiento útil y práctico, incluso en psicología, con lo cual concuerdo. Sin embargo, el goce ingenuo de cambiar el mundo en cada conversación, suele ser particularmente frondoso en la academia. Fuera de ella, el pesimismo y el "realismo" es mucho más fuerte y pesado, esto a pesar de que los académicos tienen mucho más recursos y razones para ser pesimistas. Y en el medio de esta divagación, ya pronto se acerca el momento de confrontar el primer paso hacia adelante. Escribir un ensayo formal en una lengua extranjera no es tarea sencilla. Esto se hace notable, tomando en cuenta la brecha cultural y cognoscitiva entre las partes. Sucesivos golpes a la autoconfianza (como tener que preguntar cómo funciona un casillero, donde se toma el bus para X desde Y para llegar a Z, verse sorprendido por un evento programado, confundir el verano con el otoño) o en otras palabras , el hecho de ser un espécimen de zoológico en una jaula defectuosa, hace que el reto luzca desafiante. Convencer a un académico cuya mente es acorde a este mundo, a través del lenguaje de otro mundo (donde los eventos no programados no sorprenden, los casilleros no tienen un funcionamiento propio y los buses tienen gente colgando que grita para donde van) pues, no se ve fácil. Hay una traducción invisible del español al ingles, una traducción similar a la que se hace cuando se cocina con una receta y dice "sal y pimienta al gusto". Y en algunos casos, como en el de la escritura en un idioma extranjero, no se trata ni siquiera de traducir, porque de hecho, se está razonando en el idioma extranjero en cuestión. Se trata de pensar en la manera en que el idioma lo demanda, acoplarse a la delicadeza de su funcionamiento, disfrazar el espíritu y dejar que fluya una línea de pensamiento muy distinta a la propia, pero propia, de alguna otra forma.

Es un engaño, sutil si se quiere, un engaño que empieza por el que escribe, para convencerse de que es su pensamiento el que está reflejado allí, en otro idioma y que de hecho, si se lee, tiene un acento diferente al de uno mismo cuando habla, una voz quizás más grave o más nítida y una línea de pensamiento distinta a la que se pudo haber formulado en español. Los resultados de este experimento lucen prometedores, al menos interesantes, y esperamos, que todo salga bien.

domingo, octubre 04, 2009

A punto de tener un mes en el Reino Unido, la experiencia va tomando forma, se va asentando en el solvente, se nota, cerca del fondo, que la solución está ligeramente saturada. Sabores, olores, colores, sonidos y la experiencia fenoménica en general, se va agolpando, en un jab interpretativo tras otro.

Las velocidades, son, definitivamente distintas a la de mi querido trópico venezolano, tan cerca del ecuador y tan lejos de mi. El correo, que no es, definitivamente, uno de los mejores servicios públicos en Venezuela, aquí es una empresa bandera: The Royal Mail. Claro, con semejante prefijo, cualquiera. Tan sencillo que si alguien se mete contigo en la calle, le puedes decir: “pendiente, que trabajo para la realeza”. Nada más y nada menos. Es la diferencia con la banca, que aparte de no tener tanto tino haciendo instrumentos transparentes y confiables, son lentos. Si, están leyendo bien, el banco ese horrendo, donde usted va y sabe muy fácilmente cuando se cobra la pensión por vejez es más rápido que cualquier banco de acá. A-si-de-sen-ci-llo.


El poder de la monarquía hace su esfuerzo, en pleno siglo XXI, por seguir pareciendo designado celestialmente. Esto, se nota claramente, en la presencia simbólica de la Reina Madre, en cuanta bodega, kiosco, fábrica de muebles, empacadora, hostal, bandeja de frigorífico y pare usted de contar. La Reina, designa quien hace que cosa, al parecer, con una velocidad, eficiencia y margen de acción que solo alguien asignado divinamente podría afrontar. Es muy distinto a lo que leo en la etiqueta de Carlsberg, que podría traducirse como "Para la Corte Real de Dinamarca", que suena pomposo y honorable, e incluso como un gesto de entrega a la Corona Danesa. En cambio, en el Reino Unido, las cosas no son para la Reina, son designadas por la Reina, se lee claramente "Designado por la Reina". Pero no para su uso exclusivo, sino para el de todos sus súbditos - y de los invitados. En otras palabras, es como un ISO 9001:2008 celestial.

La calle donde vivo, se llama, adivinen como: Queens Road! En la misma calle hay cerca de 20 negocios que llevan, en alguna parte el epíteto "Queen". Las barberías, en cambio, han hallado la manera de ser la Barbería del Rey, en diferentes maneras, sin pisarse los talones ni dejar a un lado los molestos derechos de autor, que han permitido que los comerciantes se las arreglen con algo de ingenio, para inventar unos 15 nombres de barbería donde se asoma o se dice explícitamente, que el Rey iría a cortarse el pelo allí, si pudiera hacerlo.

Otra cosa que he podido notar, es que los británicos se sienten con licencia para burlarse de la Reina y de toda la corte real, con la misma facilidad con la que se burlan de sí mismos. El enorme disfrute que encuentran los británicos haciendo chiste de sí mismos, caricaturizando su refinación, tanto como sus maneras más simples y gruesas, llama la atención, a cualquiera que este acostumbrado a un sentido del humor mucho más enfocado en hacer goce de la diferencia, más que de las mismidad.

Y bueno, como dirían por acá: God save the Queen!

P.D. 1: No es coincidencia que nada mas esas dos palabras vayan en mayúscula en la misma frase... Monarquías!
P.D. 2: He colocado los acentos que he podido a través del corrector ortográfico y sufro enormemente por no poder apegarme a mis apreciadas formalidades de la Real Academia Española, pero la culpa es del teclado!