lunes, julio 19, 2010

Luego de varios encontronazos con el pensamiento popular en Europa, he decidido escribir al respecto. Especialmente, el tema de la burqa. Las prohibiciones del uso de la prenda se extiende. Hoy leo que hasta a Siria le ha dado por prohibir su uso en las universidades. Lo que más me sorprende (o que me abochorna), es que esta persecución de brujas del Siglo XXI es hecha en nombre de la dignidad de la mujer, la libertad e incluso, de la transparencia. Si los reportajes dan a luz argumentos escandolosos por parte de la izquierda, de la derecha, del feminismo y de los supuestos defensores de la libertad, los comentarios publicados a pie de página dan escalofríos.
Obviamente, lo que publico aquí es mi opinión personal, fundada en la completa ignorancia del fundamento de la decisión de usar la burqa o no. Igualmente, ignoro si es una humillación para la mujer - así como si hubiera una mujer universal e indivisible. Ignoro, adicionalmente, si esto representa un peligro para la identidad nacional de los países donde residen las mujeres que usan la burqa, ni mucho menos sé si es un riesgo para la seguridad nacional de estos mismo países. Finalmente, ignoro si a la gente le parece coqueto, radical, feo, inmoral o bueno para proteger la piel contra los rayos ultravioleta.
Pero en fin, de todas todas, es un asunto serio. Demasiado serio... Por supuesto, quisiera pensar que es un ataque de nervios. Me da por pensar (y hasta me da risa) que hayan políticos en Europa que critiquen que hayan unas pocas personas que decidan taparse la cara por sus creencia religiosas, mientras que sus mujeres libres e independientes emplean mujeres con rostros descubiertos para cuidar a sus hijos, mientras otros niños que no son rubios ni independientes, ni mucho menos europeos, crecen sin conocer a sus madres.
Me hace caerme a carcajadas, que un continente que quedó en ruinas por nacionalismos asesinos, vuelva sobre sus pasos, alimentando las más patéticas xenofobias y discriminaciones, en nombre de la secularidad y los derechos de la mujer. El sueño europeo, que era un sueño de ideales y no de riqueza, comienza a mostrar su rostro de pesadilla hipócrita y engañosa. Políticos de Francia, el país que revolucionó el pensamiento hacia el mundo secular ahora ve tambalear la pretendida igualdad e identidad nacional y se zambulle sobre unos poquísimos miles de personas. En Gran Bretaña, encuestas aluden a una mayoría apoyando la misma prohibición, mientras que en España, los catalanes son pioneros en la prohibición.
Casi no puedo ni respirar de la risa, al pensar en la satisfacción de quienes piensan que estas prohibiciones son liberadoras y la justifican afirmando que nadie puede conseguir un trabajo usando una burqa, ni manejar y que es (sic) una violación a la libertad de la mujer. Yo, siendo hombre, latinoamericano, occidental y profundamente ignorante acerca de las diferentes religiones que no son la católica, considero que se puede vivir con la gente que usa burqa y que ellos deberían poder vivir a nuestro alrededor. Y especialmente,
Al final, esta lógica malsana de forzar la adaptación de quienes se forjan una vida fuera de sus países es para mí, difícil de delimitar. Y sobretodo, este innovador sistema de liberación a través de prohibiciones  me hace dudar acerca de la cordura de la gente donde una vez se inventó la lógica. Hoy la burqa. Mañana, ¿qué?