jueves, noviembre 29, 2007

En numerosas oportunidades he tenido la sensación de que la realidad está en otro lugar, quizás tan lejano como el Paraíso o el Infierno. La realidad en nuestro país es una suerte de promesa, algo que nunca hemos llegado a dar asiento.

Cuando conversamos acerca de la realidad social venezolana, siempre sentimos que dejamos de decir algo, siempre queda la sensación entre la garganta y la sien, de que algo quedó silenciado y que permanecerá asfixiado, en esa mezcla respiratoria y craneal, largo rato. No queremos perder las esperanzas, no queremos creer que nuestro país sea víctima del pensamiento causal una vez más, como cada día.

Circulan en nuestro entorno las explicaciones más dispares - y disparatadas - de por qué, cómo, cuándo - e incluso dónde - se fue el país al carajo. Nuestra falta de compromiso con nuestro tiempo es insostenible, la falta de sostenibilidad de palabras añejas, fundamentadas en los viejos mitos de la corrupción, de la viveza, el cortoplacismo, la naturaleza misma de nuestra "ciudadanía" y quien sabe que otro mal insuperable por nosotros mismos.

Nuestro mundo está al borde y está al borde desde hace décadas. Hace unos 50 años Córtazar decía en Rayuela, que el mundo, la realidad, el universo todo, perdía solidez. Aún hoy, sentimos que nuestro mundo está rayando en el límite de todo y que a la humanidad no le queda mucho tiempo. Sentimos que nuestras luchas no prosperarán por mucho tiempo, que si obtenemos resultados serán llevados por algún terremoto, inundación o alguna otra muestra de que el comportamiento de la humanidad como un todo ha sido deplorable para con la naturaleza.

Y en este contexto, nuestra capacidad para la preocupación es tan amplia, que lidiamos con nuestros asuntos locales. El ejercicio de la actividad política mediante el voto, nos preocupa nuevamente, luego de unos 8 años consecutivos con más elecciones que navidades. Y el hastío, el miedo, la angustia, la rabia, la esperanza, la alegría, el sopor, la desesperanza, nos encantan de nuevo con sus vaivenes y deslices.

Sin embargo, ahora cuando la claridad es más necesaria, cuando el razonamiento agudo y el debate es indispensable para el futuro como una sola nación, se palpa con dureza que es cierto aquello de que somos más un pedazo de tierra con millones de personas encima, que un país.

Ejerceremos el voto el día domingo, espero que abundantemente, espero que con criterio. Deseo que entendiendo, que las leyes y las constituciones en este país, nunca han hecho nada por nadie que no sean los más poderosos de turno. A aquellos que gozan de ese poder mis saludos y mis consideraciones. Lo triste del poder, es que cuando más personas creen y aprecian más tu palabra, cuando la felicidad de millones de personas está tan vinculada a lo que puedas decirles, es cuando más difícil se hace que el poderoso sea honesto con su gente.

Si existiera alguien que opinara igual que toda la gente que aprecia estaría loco. Si alguien obedeciera ciegamente a toda la gente que admira, a alguien le quedaría mal.

¿Cuándo dejaremos de tener padres manipuladores, para empezar a tener política?

Espero que pronto.

martes, noviembre 06, 2007

La cruz, es sumamente conocida por nosotros. Su diversidad de sentidos es fascinante y hoy me confronta con una inquietud que toca puntos desde el pensamiento occidental hasta el misticismo afrocaribeño. Vayamos por partes, de todas todas, procuraré ser lo menos estructurado posible, porque estoy comprometido con su disfrute, más que con una didáctica medieval: está demostrado que entre neurona y neurona no hay bullets y la sinapsis no es una flecha de pogüer point.

Por un lado el peso, un peso que se lleva a cuestas, nazarenamente, purificadoramente, puede entenderse como cruz, independientemente de que una suegra tenga forma más bien de barril. O el típico caso del trabajo, las deudas, las angustias del día a día, la inseguridad, el hambre o el miedo... Cuando no tenemos una figura para definir nuestra pesar, se nos marca una X en el espíritu y se tuerce poco a poco, hasta alargarse una de las líneas, separarse levemente entre sí y terminar con la clásica forma de cruz...

Es un peso, sin embargo, dignificante, un castigo purificador por un delito nunca cometido, una culpa expiada por otros, un sacrificio noble en nombre de los más altos principios. Instrumento de la crueldad pagana, artefacto de demostración de poder estatal, ejemplo para los delincuentes en potencia -todo ciudadano es un delincuente en potencia- espectáculo sádico sangriento y vil. La cruz reduce el bien y el mal en dos líneas rectas perpendiculares que se atraviesan y construyen un diagrama con cuatro cuadrantes: Castigo, Culpa, Purificación y Crueldad.

Claro, eso cuando creemos en el Bien y el Mal. El Vodoo caribeño utiliza la cruz ampliamente en su iconografía mística. Entre los sacrificios rituales, las especias y las velas, el misterioso credo Vodoo coloca numerosas cruces cristianas, haciendo alarde no solo de un sincretismo poderoso, sino de un pragmatismo místico y simbólico: la cruz como encrucijada.

Es así, como la encrucijada es entendida en el Vodoo como uno de los elementos clave de su comprensión del mundo espiritual y humano. Una ética de decisiones y opciones, más que de culpas y sacrificios. Así, esta mitificada y muchas veces vapuleada forma de entender el mundo, ofrece una comprensión distinta de la cruz y sobre todo, de como establecer la ética. Confronta directamente la ética a posteriori del bien y del mal con una a priori de alternativas y encrucijadas.

La vida puede ser un camino o bien puede ser una cruz. ¡Llévátelo papá!