Ayer fui a ver Transformers. Y de verdad es una experiencia que remueve la infancia. Quizás no sea la experiencia de quienes estaban muy grandes para el momento en que los de mi generación la vieron, o muy pequeños. Pero para nosotros, es una película que moviliza las dicotomías más sencillas. El valor o el miedo, el aprecio a la libertad o el resguardo en la fuerza bruta, el bien vs. el mal, etc.
Por supuesto que tiene su dosis de megalomanía yankee - quien puede negarlo - pero ese tipo de cosas es mejor filtrarlas y disfrutar. Otros dirán que la violencia justificada por los fines se muestra claramente en la película, de la misma forma que una versión de una violencia descomunal que no genera daños en los humanos.
Y digamos que, estoy de acuerdo. Que hay violencia en la película y está mal que se proponga que nuestros estándares morales están autorizados a utilizarlos, pero los que difieran de nuestros estándares no. Muy bien, muy bien, concuerdo, lo admito.
Que el discurso de los Autobots es abiertamente pro yankee porque defienden la libertad de los seres vivientes... pues bien, de ser así, abrían muchos pro yankee en el mundo sin saberlo, solo porque hablan de libertad. Ningún valor es propiedad de nadie, ni el cooperativismo es de Chávez, ni la libertad de Bush. No sé de que forma se ha llegado a ese razonamiento, ni como llegamos a esto en este blog, pero a nadie que le importe una exposición ordenada de ideas leería esto.
En fin, las pipas no carecen de defectos, ni siquiera las que carecen de identidad - como la de Magritte, que ha tenido muchos problemas.
miércoles, agosto 08, 2007
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