Los últimos días fueron de orgullo y alegría. Imagínense que mi pana del alma, Iván Pojomovsky se ha convertido en heredero de nuestros ídolos actorales más queridos y ha interpretado a su homónimo Iván (Karamazov)el fin de semana pasado. Con algo de suerte, la vaina se presenta para el público general. 4 escenarios diferentes, una versión excepcional para teatro por Elizabeth Albahaca, quien ya ha puesto a prueba nuestros espíritus y demonios previamente mediante los elencos magistrales del TET. ¡Dios como amo ese grupo! Lástima que no tuve el tiempo para lograr lo que ha logrado Iván, o mejor dicho, la decisión. Pero esta nota no es acerca de mí, no sólo Iván me hizo sentir orgulloso.
Ayer lunes, Carlos Villarino, otro buen amigo, recibió finalmente, luego de tantos contratiempos, lo que le correspondía por ser uno de los ganadores en el renglón de narrativa del Premio Monteavila 2005 a escritores noveles. He estado leyendo su libro de cuentos, Menarquias y otros fluidos, cuyo tiraje aún no ha sido distribuido en su totalidad. Se los recomiendo con toda mi sinceridad, porque no había leído antes a alguien capaz de exponer con tanta claridad y elegancia muchos de los episodios menos elegantes de nuestra existencia: la muerte, la sexualidad, el asco, el dolor... Todo ello elaborado mediante personajes que bien pudieran amanecer a nuestro lado un día, o asesinarnos en una calle.
Finalmente, y no por ello menos importante, Laura Silva, amiga invaluable, ha sacado su primer disco. Es de música venezolana, principalmente valses, a cuatro manos en piano. Si bien no he tenido la gracia de escuchar el disco, puedo asegurar que la calidad de la ejecución, tanto de Laura como de Gabriela da para escuchar la música venezolana con la energía, la delicadeza y el deleite que poc@s pueden dar mediante la música.
Sin más, ¡si así llueve que no escampe!
martes, diciembre 20, 2005
lunes, noviembre 28, 2005
Me miro en el espejo esta noche fría de noviembre y siento que necesito vivir tus sonrisas en cámara lenta.
Necesito mirar con ternura tu rostro, bañarme en tus ojos mientras escuchas mis palabras más recientes, mis pensamientos más frugales. Siento que no puedo saciarme de ti, siento... que la tierra no puede rotar suficiente... que los latidos serán pocos y que nuestras vidas serán tristes destellos vaciados en gemidos de media noche.
Sientate a mi lado gatita, deseo cada suspiro tuyo, cada temblor...
Quiero sentir que ni siquiera el amor es un límite
Necesito mirar con ternura tu rostro, bañarme en tus ojos mientras escuchas mis palabras más recientes, mis pensamientos más frugales. Siento que no puedo saciarme de ti, siento... que la tierra no puede rotar suficiente... que los latidos serán pocos y que nuestras vidas serán tristes destellos vaciados en gemidos de media noche.
Sientate a mi lado gatita, deseo cada suspiro tuyo, cada temblor...
Quiero sentir que ni siquiera el amor es un límite
jueves, noviembre 24, 2005
Una ducha caliente al mediodía de tu cumpleaños. Una lágrima que se escapa dos días antes. Una canción que nunca existió se pierde en el vacío. La confianza una vez alcanzada se derrama entre mis dedos y se pierde.
Hoy veré caras conocidas y extrañaré a otras.
Este año cada victoria fue única, pero las derrotas fueron las mismas de siempre.
Hoy veré caras conocidas y extrañaré a otras.
Este año cada victoria fue única, pero las derrotas fueron las mismas de siempre.
martes, noviembre 22, 2005
Desde hace algún tiempo se me han ido asomando dudas acerca de la pertinencia de la izquierda y la derecha en el mundo político actual. He escuchado a panas que me dicen, luego de haber habitado esos lugares exóticos del primer mundo -véase Berlín, Madrid, París, etc- que a la gente común y corriente le vale mierda si el presidente, el gobernador o el alcalde es un fanático fascista o un loco totalitario de izquierda, lo que les importa son las aceras, los parques, las calles, los hospitales, las escuelas... Desde ese punto de vista, el punto según el cual la política se traduce en infraestructura y servicios, ¿dónde queda la izquierda y la derecha como criterio?
Una de las cosas que se hacen más difíciles de entender para un opositor al gobierno de Chávez es precisamente la falta de practicidad, para la misma gente pobre, de su gestión. No es visible, desde la perspectiva opositora, los beneficios obtenidos por los que estaban más jodidos cuando llegó Chávez, en efecto, la oposición sigue viéndolos jodidos, solo que peor, ahora están engañados. Claro, esa es la perspectiva opositora.
Del lado de los chavistas la vaina es más o menos la misma. Los chavista no pueden entender por qué los escuálidos quieren que se vaya Chávez, no entienden por qué no ven los beneficios y siguen hablando cosas locas y conspirando, tramando, asesinando y engañando.
El peo de este país, es que está lleno de gente mojonera, que se cree sus propios mojones y que no entiende por qué los demás no se los creen.
¿Izquierda? ¿Derecha? No pana, me arreglan mi calle, que estoy cansado de los huecos que me revientan los riñones, me arreglan las aceras pa' caminar sin joderme las rodillas, me dan hospitales para no tener miedo de agarrar una gripe y escuelas para que los chamos vayan y aprendan vainas útiles, no propaganda.
Una de las cosas que se hacen más difíciles de entender para un opositor al gobierno de Chávez es precisamente la falta de practicidad, para la misma gente pobre, de su gestión. No es visible, desde la perspectiva opositora, los beneficios obtenidos por los que estaban más jodidos cuando llegó Chávez, en efecto, la oposición sigue viéndolos jodidos, solo que peor, ahora están engañados. Claro, esa es la perspectiva opositora.
Del lado de los chavistas la vaina es más o menos la misma. Los chavista no pueden entender por qué los escuálidos quieren que se vaya Chávez, no entienden por qué no ven los beneficios y siguen hablando cosas locas y conspirando, tramando, asesinando y engañando.
El peo de este país, es que está lleno de gente mojonera, que se cree sus propios mojones y que no entiende por qué los demás no se los creen.
¿Izquierda? ¿Derecha? No pana, me arreglan mi calle, que estoy cansado de los huecos que me revientan los riñones, me arreglan las aceras pa' caminar sin joderme las rodillas, me dan hospitales para no tener miedo de agarrar una gripe y escuelas para que los chamos vayan y aprendan vainas útiles, no propaganda.
Soy psicólogo, para los efectos un experto. Si bien no soy licenciado aún, de aquí al acto de grado no ganaré ningún conocimiento que me haga radicalmente más calificado, ni siquiera alguna habilidad motora, es simplemente una nueva habilidad social: levantar mi mano derecha con la palma hacia el techo, como quien sostiene una liviana brisa que no quiere dejar caer, señalando con sutileza el respectivo recuadro de papel, encerrado en metal, vidrio y madera que me acredita como psicólogo.
Anoche estuve tomando birras y ron, jugué un dominó y se sintió como si había recuperado algo importante -pues, de bolas, recuperé mi vida- estas vainas de las tesis me hacen sentir como el pendejo que le deja su mujer a su mejor amigo en la canción de Don Omar, o cualquiera de las rancheras o canciones de salsa que hablan de lo mismo. De pana, que hacer una tesis es dejarle tu mujer más querida -tu vida- a alguien. No a tu mejor amigo, ojalá, más bien es alguien como tú, aburrido, aislado, con sobrepeso y mala condición física, ojeroso y destruido. De ser un tipo encantador y afilado en las interacciones, es decir, tu yo pretesis, es ahora este desparpajo social el que te cuida tu vida... Por eso, mi vida es más reggaeton que trip hop
En cierta forma, la música triste latinoamericana, la que en su momento es la más chaborra del mundo, la de los marginales y los basofia, esa es la que conecta con el lado más frívolo -y al mismo tiempo el más pertinente- de nuestra existencia. Una escena de celos en un bar, la rabia por haber sido engañado, la confusión del que engaña, los cuentos de la rumba, el despecho, la venganza, la envidia. Les digo una vaina, a mí me encantan las banditas como RadioHead, Coldplay, Blur, Placebo, Björk... Vainas intensas pues. Pero me perdonan los exquisitos, son los malos de la música los que hablan de pipas, los intensos insisten en que no es una pipa, sino... eso es lo gracioso, solo dicen que no es una pipa.
Anoche estuve tomando birras y ron, jugué un dominó y se sintió como si había recuperado algo importante -pues, de bolas, recuperé mi vida- estas vainas de las tesis me hacen sentir como el pendejo que le deja su mujer a su mejor amigo en la canción de Don Omar, o cualquiera de las rancheras o canciones de salsa que hablan de lo mismo. De pana, que hacer una tesis es dejarle tu mujer más querida -tu vida- a alguien. No a tu mejor amigo, ojalá, más bien es alguien como tú, aburrido, aislado, con sobrepeso y mala condición física, ojeroso y destruido. De ser un tipo encantador y afilado en las interacciones, es decir, tu yo pretesis, es ahora este desparpajo social el que te cuida tu vida... Por eso, mi vida es más reggaeton que trip hop
En cierta forma, la música triste latinoamericana, la que en su momento es la más chaborra del mundo, la de los marginales y los basofia, esa es la que conecta con el lado más frívolo -y al mismo tiempo el más pertinente- de nuestra existencia. Una escena de celos en un bar, la rabia por haber sido engañado, la confusión del que engaña, los cuentos de la rumba, el despecho, la venganza, la envidia. Les digo una vaina, a mí me encantan las banditas como RadioHead, Coldplay, Blur, Placebo, Björk... Vainas intensas pues. Pero me perdonan los exquisitos, son los malos de la música los que hablan de pipas, los intensos insisten en que no es una pipa, sino... eso es lo gracioso, solo dicen que no es una pipa.
lunes, noviembre 21, 2005
Hace algún tiempo me he visto sumido en dimes y diretes académicos respecto a nobles discusiones y rimbombantes dilemas. He leído, sin demasiada seriedad pero si con interés a Foucault, Habermas, Gadamer, y Deleuze, entre otros más. Los leí intercaladamente, mientras leía a Córtazar, Borges y Sábato. Iba por allí, recostándome en los pasillos, leyendo un capítulo de alguno de sus libros -el que me diera la gana- y los que pasaban, muchos de ellos conocidos, me saludaban y me buscaban conversación. Yo lo interpreto como un ejército de salvación por el placer agitado en contra de la peste del aburrimiento. Pero, sinceramente, no leo por aburrimiento, lo hago porque me tripea un mundo.
Nos vemos amigos invisibles -como decía un querido intelectual venezolano, nombre que como sabrán, sirve de génesis al nombre de la banda venezolana de pachanga funk, Los Amigos Invisibles.
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