miércoles, julio 27, 2011

Mis lectores habituales – que no llegan a más de unas pocas decenas de conocidos – habrán notado que tenía mucho tiempo sin escribir. Meses de aridez narrativa, pero no de vida, ni mucho menos de pensamiento. Quizás mi aparatoso aterrizaje en tierra patria, hace más de medio año, me haya afectado la masa encefálica, dejando mis nervios alterados y mi rayo láser narrativo bastante averiado. Pero esa aridez no ha sido inerte y mi compromiso es mostrarles que he intentado varias cosas antes de escribir este meta-post.
El último intento de post, era acerca del clasismo, la estigmatización del nuevo-riquismo como manifestación de nuestro odio por el ascenso social, así como el terror al secuestro express como nuestro propio miedo a dicho ascenso. Sin embargo, me di cuenta de que potenciales lectores se ofenderían tremendamente con este post, y probablemente no entenderían el primer párrafo, que iba más o menos así:

Nuestro día a día destila un clasismo potente, discriminador con un tono rabioso, dispuesto a humillar a los pobres con todos sus bríos y destronar a los ricos sin contemplación. El ideario cotidiano nos advierte de mil maneras los males de la riqueza, los riesgos implicados y el ridículo al que se expone aquel que se atreve a tener éxito en el llamado, paradójicamente, ascenso social.

Apenas lo leí, me di cuenta de que el mojo de blog no estaba allí, que se había quedado en otra parte o que se fue. Porque esa vaina parece el primer párrafo de un artículo de revista académica o peor aún, pseudo-culta. En un intento anterior, quería escribir una réplica al regaño que nos echó Aquiles Báez por distraídos e incultos, que empezaba más o menos así:

Desde pequeño uno empieza a asumir cosas, como que uno es flaco o gordo, alto o bajito, nervioso o extrovertido. Estos supuestos poco a poco empiezan a cobrar vida bajo la piel y se apoderan de nuestro cuerpo, mente y espíritu. En algún momento nuestras creencias acerca de nosotros mismos se convierten en parte de nuestro ser. En ese momento, difícil de determinar, nos convertimos en bronce y dejamos de ser cobre, por decirlo de alguna manera.

Pero esa metáfora del cobre y el bronce demostraba lo dañado que estaba mi proceso creativo, una vaina loca, como dice la canción – que seguramente Aquiles odia – pero que a mí me parece divertida, lo que debe tener algo que ver con el hecho de que nunca he podido coordinar un punteo más complejo que Come as you are... (a diferencia de Aquiles, que es demasiado vergatario, pero que cree que uno anda caminando apercibiendo el arte en el aire, a ver si te lleva por delante un motorizado o caes en un charco como el propio bolsa).
Por eso hoy, mientras iba a la oficina por la mañana, pensando en todas las cosas que he hecho este año,  los retos que se asoman y lo que queda, me propuse hacer un meta-post, para poder refrescar el papel virtual un poco y volver a ustedes, mis escasos, pero queridísimos lectores (nos lo veo como pocos para mal, sino más bien como una élite de infinita paciencia y agudo entendimiento).

1 comentario:

Moisés Soto Martínez dijo...

Hay que decir que el metapost tiene el mojo! Pareciera que pronto tendrás que abrir otro blog para albergar las "desviaciones", o dejar que la pipa las reciba en su seno ;-)