¡Buenas tardes a todos alrededor del planeta! Me parece que leer blogs es una actividad fundamentalmente vespertina. Pero estoy casi seguro de que esa generalización es demasiado arriesgada para ser cierta. Hoy, luego de haber llegado de nuevo a suelo patrio, mi permanente huida de la realidad me ha recordado acerca de un “insight” que surgió hace algunos meses.
Nuestra lucha, la de nuestra generación, es una lucha estrictamente perceptual, una pelea con nuestros sentidos y la definición de lo real. Décadas de preocupación acerca de nuestros cuerpos nos han vuelto totalmente inconformes, años de frustración con los sistemas políticos nos han vueltos rebeldes/apáticos y toneladas de comida falsa han transformado al colon en el órgano emocional por excelencia.
El engaño sistemático al que es sometido nuestro paladar es apenas una caricia en comparación con nuestra perenne búsqueda de lo real o, mejor dicho, nuestro insistente cuestionamiento. Algunas de mis películas favoritas – y de las más taquilleras – tratan este asunto. Algunos ejemplos notables son Matrix, 6to Sentido, Inception y Avatar. Y a partir de ellas voy a comentar acerca de las coordenadas de nuestros más sensibles cuestionamientos, en términos absolutamente “pop”. La verdad me divierte cuando no necesito citar a ningún señor de barba larga y mirada psicodélica para hablar de estas cosas.
En Matrix, como en Avatar, se cuestiona la sustancia de la realidad como un fenómeno corporal y se reduce a un evento psicológico. La prevalencia de la mente se manifiesta en la posibilidad de morir dentro de la Matriz, mientras que en Avatar es el cuerpo el que prevalece. Puede sorprender que en esa misma década, los planteamientos acerca de la prevalencia de la economía del conocimiento y las organizaciones que aprenden hayan sido planteamientos que surgieran en paralelo, como latidos de un mundo que pensaba en dar un giro en una dirección distinta, mientras que la cirugía plástica y los trastornos de autopercepción siguen su curso rampante en el desgarramiento de nuestras entrañas existenciales. Por supuesto, que estos giros no son más que mudanzas, pero ya volveré sobre ello.
En 6to Sentido, se plantea la pregunta: ¿la realidad y la vida son indivisibles? ¿Acaso la experiencia terrena es indispensable para la percepción de la realidad? Para ello, se da sustancia a los muertos y el personaje que puede verlos pareciera ver algo que en efecto “está allí”, pero que los demás no pueden ver. Por el contrario, los muertos parecen estar engañados en su propia muerte, penando en un mundo que no les es propio y solo el perdón – propio o de alguien más – o incluso la justicia, son capaces de volverles a su propia realidad.
En Inception, en cambio, el mundo onírico y la vigilia son los planos en los cuales se colocan los límites borrosos de la realidad. Estar despierto se cuestiona como elemento indispensable de lo real y la prevalencia de la mente sobre el cuerpo se vuelve a asumir, como en el caso de Matrix y Avatar.
En definitiva, nuestros cuestionamientos acerca de lo real se concentran y circulan de manera cíclica respecto a un grupo de malestares y aspiraciones fundamentales. Acerca de esto hablaré en el próximo post, para que este no sea demasiado largo.